El pozo

La imagen pertenece a Jimmy Emerson.

Hace un par de meses noté algo raro en casa de mi vecina: un enorme hoyo "apareció" en su patio. Aunque he estado cavilando una justificación para la existencia de dicho agujero, no he logrado encontrar alguna que no me haga sentir miedo... bueno, exagero, de hecho me parecen divertidas. Antes de enumerar mis teorías, les comentaré que, de unos 2 metros de diámetro y poco más de profundidad, fue cavado en piedra volcánica y en absoluto silencio por una mujer que vive sola y ronda los 60 años. Ahora, mis teorías:

  • Está perforando para llegar hasta el infierno. Realmente no lo creo, pero no puedo dejar de mencionar esa idea. Todos sabemos que no le alcanzaría la vida para cavar a mano hasta el centro de la Tierra (porque es muy caluroso, no porque en realidad crea que ahí está el famoso averno).
  • Prepara una narcofosa. Me parece más verosímil.
  • Estaba aburrida. La verdad, descarto por completo esta teoría, pues si eso fuera suficiente motivo para hacer hoyos en el suelo, mi patio estaría lleno de ellos.
  • Busca un tesoro/pepitas de oro/petróleo. Sería bastante interesante que encontrara alguno de ellos, aunque no sea esa su idea original.
  • Realiza una excavación arqueológica. ¿Con qué fin? ¿Dinero? ¿Fama? ¿Alguien sabe de un arqueólogo que haya logrado fama y fortuna? Si es tan famoso, ¿Por qué no lo conozco?
  • Va a construir un búnker para resguardarse del fin del mundo. Me parece hasta el momento la más acertada de las teorías, con todo lo que se decía del 21 de Mayo y el ya conocido 2012.
  • Todas las anteriores.

Si usted, estimado lector, tiene una hipótesis más interesante o espantosa, por favor compártala en los comentarios en este, su blog de confianza.


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Poolso Billar

La imagen pertenece a Park and Market y no, no es del sitio al que hago referencia en el post, pero se ve bonito en mi blog.

Cierta tarde, después de largo rato vagando en compañía de mi mujer y una amiga, caímos en la cuenta de que aquéllo no era tan divertido como lo hacen parecer todos esos hombres bohemios de ropas sucias y raídas que salen en televisión. Pensando en sitios posibles para nuestra sana recreación y tras haber descartado plazas, cafés y restaurantes, mi chica tuvo la idea de que fuéramos a un billar en el que había festejado el cumpleaños de no-sé-quién y cuyo ambiente le había gustado. La amiga que nos acompañaba estuvo de acuerdo en seguida, pero costó algo de trabajo convencerme, pues la plática fue más o menos así:

-Amor ¿Y cómo es que conoces ese lugar? ¿Cuándo fuiste?
-¿No te acuerdas que te conté?
-No.
-Es el billar a dónde fui con C. -su mejor amiga- el día que la cachetearon...
-Ah, no, pues sí, qué buen lugar.

Todos los billares que yo había conocido se prestaban para poder presenciar ese tipo de espectáculos, aderezados con olor a cigarro y cerveza mientras algunos sujetos con pinta de asaltantes se dedicaban a observar con lascivia a cuanta fémina que se atreviera a entrara al local. Algunos otros, menos "salvajes", tenían como clientes a estudiantes de preparatoria, que actuaban de la misma manera. Por fortuna, el sitio no tenía nada que ver con lo que yo imaginaba.

Ubicado en un pequeño centro comercial, nos dio la bienvenida con un letrero de neón y una extensa barra. Se trataba de un loft, que contaba además con dos tapancos y una terraza. La decoración, la música, la gente que se encontraba en las mesas... todo me enamoró.

En esa ocasión resultó que la mesa que estábamos utilizando había sido reservada por un par de señores con puro en mano, seguramente encendidos (los puros, of course) con algún billete de alta denominación. Éstos no estaban dispuestos a cedernos la mesa, pero sugirieron que jugáramos contra ellos y que si les ganábamos, nos podíamos quedar con ella. La amiga con la que íbamos sólo se límitó a decir "no", y dándose la media vuelta, fue en busca de una nueva mesa. Es por eso, estimados lectores, que el día de hoy les escribo desde la computadora de un café internet en lugar de... meh, olvídenlo, la verdad no me hubiera dejado ligar por dichos caballeros de avanzada edad.

Acudí algunas veces más, siempre disfrutando de la compañía, la música y la vista (por supuesto, hablo de las niñas y niños bonitos, nunca me asomé a la terraza). Por desgracia, hace poco pusieron un gimnasio (¡un puto gimnasio!) en el lugar en donde solía estar el billar. No tengo ni idea de que haya sucedido, pero definitivamente ha quedado un hueco muy profundo... bueno, sin tanto drama pues: extraño demasiado ese lugar. Quiero jugar al pool, pero ya no hay dónde.◘


Nota: Escribí esta entrada en tiempo récord, así que creo que ahora que he podido lograrlo, tendrán post más seguido. ¡Saludos!


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Sin internet, y los cafés escasean...

Tengo algunos borradores sin publicar, pues el IE 9 no me deja hacerlo. Estoy probando Safari, si sirve ya la hicimos, queridos lectores míos.

P.D. En caso de que puedan leer este post, estén listos para una entrada de verdad en las próximas horas... o mañana.

P.D. 2. Ah, sí, no me había conectado porque, contrario a la creencia popular, los ciber cafés no son tan abundantes, y de los pocos que hay sólo en el que estoy vale la pena. ¡Saludos!


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